Igual que las obras de arte como cuadros o esculturas se restauran, los edificios también pasan por procesos de restauración. Según la calidad de los materiales y el momento en que se construyó, el edificio deberá pasar tarde o temprano por un proceso de este tipo, vital para su mantenimiento y para seguir disfrutando de él. Es un proceso que afecta tanto a edificios históricos como a los privados, como las viviendas particulares, y entre las curiosidades de una restauración destaca que nos pueden ayudar a conocer mejor nuestra historia.
En qué consiste la restauración de edificios
Solo los elementos catalogados y edificios monumentales están sujetos a la restauración, lo que incluye a esos edificios de carácter histórico en los que viven particulares que mencionábamos antes además de los edificios monumentales. La restauración de un edificio no es algo que pueda hacerse de cualquier manera, ya que generalmente hablamos de bienes protegidos. Por eso, el objetivo de una restauración es devolver al edificio -o parte del edificio- a su estado o condición original.
Para poder llevar a cabo una restauración, es imprescindible tener la documentación necesaria para conocer cuál era el estado original al que queremos devolver el edificio. Otra de las cosas que deberíamos saber antes de llevar a cabo la restauración de un edifico es el uso original que tenía. De esta forma, en la restauración se pueden reparar o sustituir ciertas instalaciones o elementos estructurales siempre con el objetivo de garantizar la estabilidad del edificio y con la condición de no alterar sus características morfológicas originales.
Decíamos que un proceso de restauración nos sirve para recuperar las características originales de un edificio, así que en una restauración también se pueden eliminar elementos externos que se han añadido a posteriori al edificio: elementos en las fachadas o cubiertas, recuperación de las cornisas o los aleros originales que han podido ser eliminados en intervenciones previas, la recuperación de molduras y ornamentos, etc. Una restauración también puede ser el momento ideal para eliminar añadidos dentro del propio edificio, como los falsos techos.
El proceso de restauración de un edificio puede ser de varios tipos. Por ejemplo, la restauración de limpieza se suele llevar a cabo en las fachadas de edificios de grandes ciudades que han sufrido la polución del tráfico o de las fábricas. Cuando se realizan restauraciones por reparación se busca la consolidación de esos elementos que han sufrido los desperfectos propios del paso del tiempo o de su uso; pero si el nivel de deterioro es tan importante que no lo podemos reparar se habla de una restauración por sustitución que implica la reconstrucción de esos elementos irreparables.
Restaurar y rehabilitar no es lo mismo
Un error bastante habitual es confundir los términos restauración y rehabilitación de edificios. Ya ha quedado claro que la restauración afecta solo a edificios históricos y busca recuperar su estado original tras las modificaciones que se han podido hacer o los daños experimentados por el paso del tiempo. En cambio, las obras de rehabilitación buscan mejorar las condiciones de habitabilidad y salubridad del edificio, de forma que sea más cómodo y seguro para todos los que viven o trabajan en su interior.
Otra cosa a tener en cuenta es que a diferencia de lo que pasa con las restauraciones los trabajos de re+habilitación permiten alterar la distribución y características originales que tiene el edificio. Esto es algo impensable cuando hablamos de una restauración, ya que si el objetivo es recuperar el estado original no podemos modificar esta distribución. También conviene resaltar que en España el propietario es el responsable la rehabilitación y conservación de los edificios, mientras que la restauración suele contar con un mecenas, público o privado.